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miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA INERCIA DE LA TRADICIÓN: LOS LIBROS DE TEXTO Y EL PROFESORADO



Si tuviéramos que elegir un símbolo representativo de la escolaridad, seguramente muchos se inclinarían por nombrar a los libros de texto. Los libros de texto son parte consustancial de la educación escolar tal como la conocemos. Algunos autores afirman que la historia de los sistemas escolares como redes institucionalizadas de educación es paralela a la historia de los textos escolares. En este sentido, Westbury (1991) señala que el gran periodo de expansión del material impreso educativo se sitúa a finales del siglo XIX y más en concreto en el siglo XX ya que el libro de texto pasó a ser el instrumento básico para una organización a gran escala del curriculum y la enseñanza. Para este autor, el canon del conocimiento empaquetado en un formato de libro de texto, tal como lo conocemos en la actualidad, es consecuencia de dos factores históricos. Por una parte, por los efectos del racionalismo y, sobre todo, del enciclopedismo del siglo XVIII, que se tradujo en la búsqueda de un conocimiento "objetivo" y "racional" sobre la realidad que rompiese con la tradición escolástica, mística y especulativa de los siglos anteriores. El otro factor tiene que ver con la institucionalización de los procesos de enseñanza en un sistema o red escolar nacional. Una de las metas o fines de estas redes universales de escolarización era el ofrecer una cultura común que permitiese homogeneizar la formación de toda la población de un estado nacional. Al no existir programas curriculares específicamente elaborados para la escuela, los textos asumieron esta función. Es decir, garantizar que todos los estudiantes recibieran uniformemente el mismo curriculum y consiguientemente fueran formados bajo un mismo patrón de cultura estándar que garantizase la cohesión social y preparase a los ciudadanos Westbury, 1991; Gimeno, 1994).

En consecuencia, el libro de texto no es un medio más entre los restantes materiales curriculares. Ni por su historia ni por su naturaleza y características pedagógicas. El libro de texto es un instrumento, a diferencia de los restantes medios, que no se diseña (y consiguientemente no se utiliza) para que sea útil en situaciones específicas y puntuales de enseñanza, sino que es un recurso con suficiente potencial para ser usado a lo largo de todo un curso escolar completo. El libro de texto, en estos momentos, es el principal material que dispone el profesorado donde se dota de contenido y se operativizan en un nivel práctico las prescripciones de un programa curricular oficial específico. Como sugiere Gimeno (1988) los textos escolares son los recursos traductores y mediadores entre una propuesta oficial de curriculum y la práctica de aula. En el texto se encuentra la metodología que posibilita el desarrollo de los objetivos, se encuentran a seleccionados y secuenciados los contenidos (con sus definiciones, ejemplos, interrelaciones, etc.), se proponen un banco de actividades sobre los mismos, se encuentra implícita la estrategia de enseñanza que ha de seguir el profesor en la presentación de la información, e incluso (a través de la guía didáctica o del profesor) algunas pruebas de evaluación para aplicárselas a los alumnos.

Si el texto se convierte en el currículum que debe ser enseñado ello conduce a que quienes diseñan y elaboran los textos sean realmente los diseñadores de los currícula que reciben los alumnos. Los materiales curriculares son parte del mercado cultural que está controlado por las editoriales o instancias productoras de los textos (Apple, 1989; Apple y Christian-Smith , 1991; Gimeno, 1994). Ellas son las que interpretan el currículum oficial, lo redefinen, seleccionan los objetivos y contenidos, establecen los procedimientos y estrategias que los profesores pondrán en práctica en las aulas, en definitiva las editoriales tendrán el poder de definir cuáles son los currícula que realmente son enseñados en las escuelas (Torres, 1989). Por otra parte, en el contexto español, al igual que en otros países, los materiales curriculares, en especial los libros de texto, requieren para su comercialización y difusión en el sistema escolar, de la correspondiente revisión y aprobación administrativa. Es prácticamente el único caso dentro de la producción intelectual que es previamente controlada por el Estado. Estos antes de ser lanzados al mercado escolar debe ser autorizados por los responsablesadministrativos. De este modo, la administración tiene garantizada su parcela de control sobre el currículum presentado a los profesores y sobre el currículum que supuestamente aprenderán los alumnos.

Los estudios empíricos y la experiencia nos indica que la mayor parte del tiempo, y de los eventos y tareas de la clase se desarrollan con la utilización de un determinado material curricular: los libros de texto. Estos siguen siendo usados masivamente y las prácticas de muchos docentes se caracterizan por la dependencia profesional de este tipo de materiales. En estos últimos años, se ha realizado un esfuerzo teórico dirigido a analizar los motivos o factores que inducen a los docentes a recurrir y depender profesionalmente de los textos escolares. Una síntesis apretada de algunas de las ideas de estos autores, que puede encontrarse en Area (1994), podría ser la siguiente:

 El profesorado por su formación, por sus condiciones de trabajo y por la estructura y racionalidad del sistema curricular vigente, manifiesta evidencias claras de desprofesionalización, entendida ésta como la pérdida de la capacidad de decisión y control sobre las tareas propias de su profesión: planificación, desarrollo y evaluación de los procesos de enseñanza.

 Debido a lo anterior, el profesorado se encuentra indefenso para hacer frente a la multitud de tareas derivadas del ejercicio de su profesión: seleccionar y organizar los contenidos, planificar cursos de acción instructiva, realizar seguimientos individualizados del aprendizaje, colaborar con otros compañeros en tareas de planificación del centro, seleccionar y preparar materiales, desarrollar procesos de evaluación formativa, etc.

 Ante esta situación el profesorado tiene que recurrir a algún material que le resuelva una parte importante de estas tareas, que presente operativamente las decisiones curriculares que supuestamente él debe realizar para su aula: dicho material son los libros de texto. En consecuencia, los textos escolares aparecen ante el profesorado como los recursos que median entre el curriculum prescrito y el curriculum en acción. Es lo que Gimeno (1988) denomina como el curriculum presentado al profesorado. En definitiva, lo que queremos poner de manifiesto es que un modelo de enseñanza y práctica docente basado en la dependencia docente de los libros de texto es un síntoma de la descualificación profesional del profesorado y consiguientemente una rémora para cualquier proyecto de cambio e innovación escolar. El problema no estriba en la presencia o ausencia de este medio en las aulas, sino en las consecuencias curriculares que supone un modelo de enseñanza basado en el uso casi exclusivo o predominante del texto escolar: desprofesionalización del profesorado, metodologías tradicionales de enseñanza, homogeneización y estandarización de los procesos de enseñanza y aprendizaje, difícil compatibilidad de este medio con estrategias metodológicas que favorezcan la construcción del conocimiento por los alumnos, dificultades para el estudio del entorno, etc.

Ahora bien, también sabemos que las actuales condiciones de trabajo del profesorado difícilmente permiten prácticas profesionales innovadoras y alternativas al uso de materiales textuales de esta naturaleza. Cualquier planteamiento de innovación pedagógica que reclame del profesorado nuevas prácticas profesionales caracterizadas por la autonomía decisional de los mismos puede resultar quimérica e idealista si se proponen desconociendo o al margen de las características y condiciones bajo las cuales el profesor trabaja. Solicitar, en estos momentos, del profesorado que además de enseñar a los alumnos, tenga que planificar nuevos tipos de experiencias o unidades didácticas, lo realice en equipo con compañeros, participe en proyectos de investigación e innovación educativa, asista a actividades de perfeccionamiento profesional, evalúe todas las dimensiones del aprendizaje y además continuadamente, adapte individualmente el proceso de aprendizaje a las necesidades de cada alumno, y además que elabore materiales propios como alternativa a los libros de texto es desconocer la realidad del puesto de trabajo docente. Mientras del horario del ejercicio profesional docente no se liberen horas suficientes para estas otras actividades formativas, planificadoras y evaluativas difícilmente se podrán generalizar otro tipo de prácticas profesionales más innovadoras.

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